Los cupcakes tienen su origen en
los Estados Unidos. Con anterioridad se argumentó las diferencias en cuanto a la elaboración y decoración de cupcakes en distintos países por el mundo. Pero Directoal Paladar buscó “rivalidad” entre países cuyas diferencias sean muy notables,
dando como resultado Francia y EEUU.
Al mismo tiempo que los famosos
macarons se instauraban en New York, los cupcakes llegaban a París. El intercambio
cultural gastronómico estaba asegurado, y como era de esperarse no se tardó en
surgir las diferencias entre ambos.
La diferencias
Los cupcakes franceses habitualmente se hacen rellenos. Para ello
se saca una porción de bizcocho con ayuda de, por ejemplo, un descorazonador de
manzanas y se rellena de crema, mermelada o cualquier otro exquisito
ingrediente. También se encuentran con un relleno en la zona inferior de la
base del cupcake que se realiza con una boquilla larga. Los cupcakes americanos carecen habitualmente de esta pequeña
“sorpresa” en su interior.
En Francia los cupcakes son de sabores refinados y delicados, al
igual que toda su repostería. Abundan los aromas sofisticados, deliciosos y
florales con sabores tan deliciosos como rosa, jazmín, amapola y violeta,
influencia de sus afamados y delicados macarons.
Además, en general, los cupcakes franceses recurren a
coberturas mucho más ligeras con menos mantequilla. Son habituales las
cremas de queso, merengues o glaseados en lugar de mantequilla o fondant como
sucede en los cupcakes americanos. En general huyen de los cupcakes que pueden
resultar pesados para el paladar.
La decoración también es un punto
en el que difieren: mientras que los
pastelitos americanos tienen temáticas a menudo infantiles y con adornos y
colores llamativos, los franceses recurren a adornos delicados y de colores
pastel en su mayoría.
Muchos cupcakes americanos son
adornados con figuras de fondant y coberturas muy dulces y abundantes, mientras
que en Francia recurren también a frutas, frutos secos, azúcar glacé, piezas de
azúcar y glaseados ligeros, que no tienen nada de exagerados.
Las diferencias llegan hasta el plato. Si los cupcakes americanos
se comen por la calle con una servilleta, los franceses prefieren tomarlos
sentados, y por supuesto con cuchillo y tenedor, para no perder ni un ápice de
su característico refinamiento.
Incluso, desde hace tres años se
celebra en Paris en el mes de octubre el Cupcake Camp, un evento en el cuál se
reúnen reposteros y particulares de todos los niveles, tanto americanos como
franceses, para “competir” de forma amistosa. Todos los beneficios obtenidos en
esta competición se destinan a obras benéficas.
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